Antibiótico
Un medicamento antibiótico es un medicamento que destruye la vida, un veneno. Técnicamente, todos los medicamentos previenen, inhiben y destruyen la vida y los procesos vitales de la vida. Cualquier sustancia que destruya un 100% formas minúsculas de vida (microorganismos) simultáneamente inhibirá los procesos vitales de formas mayores de vida. De hecho, es así precisamente cómo los antibióticos funcionan. Su presencia desagradable en el dominio vital ocasiona un esfuerzo por parte del cuerpo para expulsarlos. Los antibióticos representan una mayor amenaza para la vida y la salud del organismo que la acumulación tóxica original que incitó la enfermedad.
El cuerpo inicia los procesos de la enfermedad para liberarse de las toxinas acumuladas y aumentar su salud. Pero, ya que la enfermedad es considerada, inadecuadamente, como un “ataque” por bacterias o virus a la vida humana, y no como un proceso de purificación corporal que es lo que realmente es, se administran antibióticos. El cuerpo interrumpe sus actividades sanas de purificación (enfermedad) y redirige sus energías a la expulsión de los antibióticos amenazadores de la vida. Por tanto, parece que la enfermedad ha sido “curada” cuando los “microorganismos causativos” han sido asesinados. En realidad, el cuerpo simplemente ha detenido temporalmente el proceso beneficioso de la enfermedad para recanalizar sus energías con vistas expulsar el antibiótico o medicamento antivida.

Anticuerpo
La palabra “anticuerpo” implica un agente que está en contra de ciertas sustancias o “cuerpos”. Se considera que un “anticuerpo” es una simple proteína dentro del cuerpo que causa que las toxinas, bacterias, “virus”, etc. (“antígenos”) sean destruidos o sean menos dañinos. Los “anticuerpos” se dice que son parte de nuestro “sistema inmune.”
Realmente no hay tal cosa como un “anticuerpo” per se, ni tal cosa como un “sistema inmune” per se. Estos hechos pueden sorprenderte bastante. Sin embargo permíteme explicarlos. Nuestros cuerpos, de hecho, son capaces de resistir los efectos nocivos de agentes ofensivos internos (toxinas ingeridas, bacterias que han realizado su trabajo y ya no son necesarias, desechos proteínicos etiquetados como “virus”, etc.) Esta resistencia es la función de todo el sistema linfático. Los glóbulos blancos, los lisosomas, polipéptidos básicos y otras sustancias del cuerpo desempeñan un papel esencial en la desintoxicación de sustancias innecesarias y tóxicas dentro del cuerpo. Un proceso llamado fagocitosis es importante en la defensa del cuerpo contra las toxinas internas. En este proceso, los glóbulos blancos literalmente “engullen” o consumen los desechos tóxicos.
Las bacterias no “invaden” el cuerpo humano. En cambio, residen normalmente en el tracto digestivo y son recogidas por el cuerpo cuando las necesita para que realicen su trabajo como carroñeros en la limpieza de las toxinas. Cuando este trabajo ha sido terminado, el cuerpo destruye las bacterias innecesarias de su interior, a través del proceso de fagocitosis y otros procesos vitales.
Por tanto, el cuerpo tiene la capacidad de resistir, defenderse y expulsar sustancias innecesarias y tóxicas. Esta capacidad es etiquetada erróneamente como “inmunidad”, y la palabra “anticuerpo” no es un término adecuado para identificar cualquiera de las sustancias del cuerpo que ayudan en la desintoxicación y eliminación de los desechos. Estos términos se emplean en un intento de la comunidad “científica” por apoyar la vacunación o “inmunización”.
Antígeno
Esta palabra es un término inventado por los “científicos” de la medicina. No existe ninguna relación con la auténtica fisiología a pesar de su inclusión en textos de fisiología, los cuales están orientados médicamente. Se considera que un “antígeno” es una toxina, una bacteria o un “virus” que “causa inmunidad”. Se supone que provoca la formación de “anticuerpos”, los cuales por otro lado, destruyen los “antígenos”. Según la teoría médica, necesitamos “antígenos” para adquirir “inmunidad” y de esta forma no quedar incapacitados o aniquilados por ciertas enfermedades. Estas sustancias y conceptos con nombre erróneo y no existentes (“antígenos”, “anticuerpos”,”inmunidad”) conduce al fundamento erróneo de la practica mortal de inyectar toxinas virulentas al torrente sanguíneo: La vacunación.
La vacunación se la considera necesaria porque se dice que el cuerpo es incapaz de defenderse contra el daño causado por las toxinas y los “ataques” de las bacterias cuando están por primera vez dentro del cuerpo… Los materiales mórbidos de la vacuna inyectados se supone que son para proporcionar los “antígenos” necesarios cuando ciertos tipos de toxinas o microorganismos “invaden” el dominio vital.
Sin embargo, la capacidad del cuerpo de resistir los efectos nocivos de las toxinas y bacterias innecesarias se etiqueta de forma inadecuada como “inmunidad”, y las sustancias que utiliza para disminuir la nocividad de las toxinas y eliminarlas se llaman incorrectamente “anticuerpos”. Todas estas palabras fueron creadas para apoyar los conceptos médicos enteramente falsos que no tienen ninguna relación con la fisiología auténtica.
Contagio
No existe lo que se llama “contagio”. Los únicos agentes que producen las enfermedades son los seres humanos. Nosotros producimos nuestras propias enfermedades al vivir de forma insana, por practicar hábitos insanos tales como beber alcohol, fumar cigarrillos, tomar café y otras drogas; dormir demasiado poco, comer alimentos erróneos, etc. No existen microorganismos, bacterias, gérmenes o “virus” capaces de causar enfermedades. Estos “bichos” surgen por ambiente insano en el interior del cuerpo.
Están presentes en las enfermedades, no como agentes causativos, sino como resultado de condiciones internas antihigiénicas y como agentes que ayudarán en el proceso de limpieza de toxinas.
El sufrimiento de las enfermedades es el precio que hay que pagar por consumir alimentos cargados con toxinas, alimentos insanos, drogas, etc., y una vida sedentaria y/o una falta de sueño y descanso, etc. Viviendo de forma sana no habría necesidad de la enfermedad y del sufrimiento. ¡Es tan simple como eso! Ninguna persona sana “coge” ninguna enfermedad, no importa lo “contagiosa” que se supone que sea.
Cura
Ninguna sustancia o agentes externos al cuerpo son capaces de curar o de eliminar las toxinas del cuerpo. El cuerpo hace esto estrictamente, sin ninguna “ayuda” externa de cualquier tipo. Nada del exterior puede ayudar, e interferirá. La salud no se puede lograr usando cualquiera de los tan llamados “agentes curativos”.
No existe tal cosa como una “cura”. La “cura” implica que podemos superar nuestros problemas de salud sin eliminar las causas de la enfermedad, y esto no es posible. No podemos continuar manteniendo las causas de la enfermedad y entonces “curar” la enfermedad con un agente externo, como un medicamento, hierba o un “suplemento”.
Los medicamentos, al igual que las hierbas y los “suplementos” dan la apariencia de “curar”. Pero lo que realmente hacen es:
- Reducir la vitalidad corporal provocando de esta forma que el cuerpo ya no tenga la energía para iniciar el proceso de la enfermedad.
- Causar que el cuerpo redirija sus energías disponibles para acelerar la expulsión del medicamento ofensivo, hierba o “suplemento”. El organismo continuará sufriendo, no solamente los efectos de la toxicidad que hizo necesaria la enfermedad, sino también los efectos nocivos de los medicamentos, “hierbas” o suplementos utilizados para suprimir los síntomas de la enfermedad, para “curar” supuestamente la enfermedad.
Intentar “curar” la enfermedad es inútil. Solamente podemos suprimir las causas de la enfermedad, proveer las necesidades de la vida(descanso, ejercicio, alimento, etc.) y esperar. El cuerpo es el único que cura. No hay “curas”.
Medicamento
Un médico es, generalmente hablando, alguien que está entrenado en la administración de medicamentos en un intento de “curar”. Aunque algunos médicos dispensan consejos excelentes, tales como “dejar de fumar”, “hacer ejercicio”, o “perder peso”, la mayoría de ellos dependen en gran medida de la administración de medicamentos. Este es su método principal de ocuparse de la enfermedad.
Los medicamentos de todo tipo, no importa como sean tomados o la cantidad de dosis usada, son, han sido y siempre serán venenos. Los medicamentos son venenos porque interfieren con el funcionamiento normal del cuerpo. Como respuesta a su ingestión o inyección, el cuerpo incrementa ciertas funciones para eliminarlos rápidamente. Los medicamentos lesionan el cuerpo y nunca deberían usarse.
Los venenos no tienen lugar en el cuerpo humano. La medicina es una práctica perniciosa y debería evitarse. Ayudar y proporcionar las necesidades básicas de la vida al cuerpo, como también educar a las personas para que aprendan a vivir saludablemente, debería sustituir la práctica de la medicina. Los médicos deberían dejar de medicar a la gente y empezar a educarlos sobre cómo vivir saludablemente. (La palabra “Doctor” realmente significa “Profesor”.)

Inmune
Las toxinas siempre dañan al cuerpo, no importa lo rápido que el cuerpo las expulse. La capacidad de l cuerpo de recuperarse del daño sufrido por las toxinas, esto es, su capacidad de curación, recibe el nombre inadecuado de “inmunidad”. Ni es “la capacidad de resistir casi todos los tipos de organismos o toxinas que tienden a dañar los tejidos y órganos”. (Libro de texto de Fisiología Médica por el Dr. Arthur C. Guyton.) Observa que los organismos no dañan los tejidos u órganos como los médicos claman. Cuando el cuerpo se protege del daño, al resistir (expulsar) materias tóxicas, no está exhibiendo “inmunidad”; está exhibiendo resistencia. Esta resistencia no es resistencia a un proceso de enfermedad, como la Difteria; sino que es resistencia a las toxinas, las cuales son la causa del daño y de la salud deteriorada. Realmente, el cuerpo inicia los procesos de la enfermedad como métodos de resistencia al daño que ocasionan las toxinas dentro del organismo.
Contrariamente a la creencia médica, las enfermedades no son en sí mismas perjudiciales. Lo que es perjudicial es la acumulación tóxica que ocasionó el proceso de la enfermedad. Las enfermedades son exhibiciones de la salud y vitalidad del cuerpo. Cuando el cuerpo no inicia la enfermedad como resultado de las toxinas internas, esto significa que el cuerpo no está exhibiendo vitalidad; no está resistiendo a las toxinas ni se está protegiendo del daño que las toxinas hacen. El cuerpo no está “protegido” del daño o es “inmune” a las influencias nocivas cuando no inicia los procesos de la enfermedad. Por el contrario, el organismo tóxico que no inicia la enfermedad sufre deterioro o lesión. Los resultados son una falta de alto nivel de bienestar y una menor esperanza de vida. Por tanto, es mucho mejor ser vitalmente “sensible” a las toxinas que ser “inmune”, ya que “inmune” significa “sin sensibilidad”.
La expulsión del dominio vital de sustancias tóxicas es una tarea que exige un gran gasto de energía al cuerpo. Esta energía gastada es a expensas de las actividades normales del cuerpo, incluyendo la digestión, absorción, metabolismo, eliminación de desechos, etc. De ninguna forma las actividades normales del cuerpo pueden realizarse eficientemente cuando las energías corporales deben ser redirigidas a la expulsión de toxinas. descanso extra y sueño son necesarios para que el cuerpo regenere su energía nerviosa.
Inmunizar
Inmunizar es envenenar. Cuando una vacuna venenosa (y todas las vacunas son muy tóxicas) es inyectada dentro del cuerpo, el cuerpo está siendo envenenado. El cuerpo conserva naturalmente su vitalidad y resiste lo mejor que puede los efectos nocivos de la vacuna venenosa.
Esta resistencia mina, gasta una cantidad tremenda de energía al cuerpo. Además, los venenos inyectados dañan al cuerpo, a pesar de la resistencia orgánica a ellos.
Las vacunaciones provocan un número espantoso de muertes, enfermedades e incapacidades, incluidas parálisis, ceguera, trismo (contracción de los músculos masticadores que provoca la contracción de las mandíbulas), hepatitis, convulsiones, cirrosis del hígado, envenenamiento de la sangre y muchas más.
Deterioran tanto el cuerpo y reducen tanto su vitalidad que el organismo se ve incapaz de resistir futuros asaltos de toxinas y de iniciar los procesos de la enfermedad para eliminar las toxinas.
Las vacunaciones hace lo opuesto de lo que se supone que hacen. Se supone que confieren salud por erradicar enfermedades mortales. Realmente causan las enfermedades que se suponen que erradican… Las vacunaciones son inyecciones de venenos y es absurdo pensar por un momento que los venenos podrían producir salud.
Si no cumplimos las leyes naturales, si ingerimos sustancias tóxicas, no podemos compensarlo adquiriendo “inmunidad”. “Inmunidad” es un mito, no existe.
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Escrito por Health Reporter T. C. Fry